Pulseras
Las pulseras, adornos milenarios
Las pulseras son ornamentos que adornan nuestras muñecas y que tienen una historia tan antigua como la propia humanidad y que han sido siempre más que simples accesorios.
Las primeras pulseras se remontan al Paleolítico Superior, hace unos 40.000 años, durante la Prehistoria.
En esa época, nuestros ancestros usaban materiales naturales, como las piedras perforadas, los huesos, los dientes de animales, las conchas y las fibras vegetales para confeccionar las primeras joyas y adornos.
En estas primeras etapas, los brazaletes tenían una función principalmente práctica (más que estética), protegiendo las muñecas de posibles golpes o del frío de los crudos inviernos.
Con el tiempo, las pulseras fueron adquiriendo un significado simbólico, asociándose a la caza y a la fertilidad.
Asimismo, en algunos casos, constituían meros amuletos que se usaban para alejar a los malos espíritus y para atraer la buena suerte. Y en otros casos, los líderes tribales llevaban las pulseras para imponer su autoridad y su poder ante el resto de la comunidad.
En la Edad del Cobre y del Bronce aparecieron las primeras pulseras de metal, básicamente de bronce y de cobre. Los diseños de estas pulseras era más elaborados y complejos y se solían asociar a la riqueza y al poder.
La evolución de las pulseras a través de las civilizaciones
A lo largo de la historia, la diversificación de diseños y de materiales en la creación de pulseras se hizo evidente, así como sus significados, más allá de lo puramente práctico.
Con el desarrollo de las primeras civilizaciones, estas piezas se convirtieron en símbolos de distinción social, de poder o de creencias religiosas.
En el Antiguo Egipto, por ejemplo, las pulseras se elaboraban con oro, plata, piedras preciosas y lapislázuli. En este caso, la clase alta lucía estas joyas como símbolo de riqueza y de poder. Por otro lado, las clases bajas se limitaban a materiales más simples, como el cuero o la madera.
Sin embargo, en otras culturas, como en la India, los brazaletes se asociaban con la protección contra los malos espíritus.
Y en Mesopotamia estas joyas eran amuletos para protegerse de maldiciones y enfermedades.
En la antigua Roma y Grecia, las pulseras se asociaban con el estatus social y la victoria militar y las llevaban tanto las mujeres como los hombres. Los romanos también utilizaban estas joyas como amuletos para la buena suerte.
Durante la Edad Media, estas joyas se convirtieron en un símbolo de devoción y de fe y los cristianos las usaban con cruces y otros símbolos religiosos.
En esta época el metal se convirtió en el principal material para la fabricación de joyas, con la elaboración de diseños más elaborados decorados con esmaltes, filigranas o piedras preciosas. Los orfebres de la época del Renacimiento destacaron la exquisitez de la artesanía e introdujeron la sofisticación con la fabricación de pulseras de plata y oro.
La nobleza y la realeza europea lucían suntuosas pulseras con diseños ornamentados y con materiales preciosos como símbolos de riqueza y de poder. A su vez, las pulseras de cuero grabado ganaron en popularidad entre la nobleza.
Mientras tanto, en el Extremo Oriente, los brazaletes de jade se consideraban amuletos que aportaban buena suerte.
Pulsera Mediterranea
Pulsera Marais
Pulsera Basic
Pulsera Origins
Pulsera Marais
Pulsera Mediterranea
Pulsera Mediterranea
Pulsera Mediterranea
Pulseras
Las pulseras, adornos milenarios
Las pulseras son ornamentos que adornan nuestras muñecas y que tienen una historia tan antigua como la propia humanidad y que han sido siempre más que simples accesorios.
Las primeras pulseras se remontan al Paleolítico Superior, hace unos 40.000 años, durante la Prehistoria.
En esa época, nuestros ancestros usaban materiales naturales, como las piedras perforadas, los huesos, los dientes de animales, las conchas y las fibras vegetales para confeccionar las primeras joyas y adornos.
En estas primeras etapas, los brazaletes tenían una función principalmente práctica (más que estética), protegiendo las muñecas de posibles golpes o del frío de los crudos inviernos.
Con el tiempo, las pulseras fueron adquiriendo un significado simbólico, asociándose a la caza y a la fertilidad.
Asimismo, en algunos casos, constituían meros amuletos que se usaban para alejar a los malos espíritus y para atraer la buena suerte. Y en otros casos, los líderes tribales llevaban las pulseras para imponer su autoridad y su poder ante el resto de la comunidad.
En la Edad del Cobre y del Bronce aparecieron las primeras pulseras de metal, básicamente de bronce y de cobre. Los diseños de estas pulseras era más elaborados y complejos y se solían asociar a la riqueza y al poder.
La evolución de las pulseras a través de las civilizaciones
A lo largo de la historia, la diversificación de diseños y de materiales en la creación de pulseras se hizo evidente, así como sus significados, más allá de lo puramente práctico.
Con el desarrollo de las primeras civilizaciones, estas piezas se convirtieron en símbolos de distinción social, de poder o de creencias religiosas.
En el Antiguo Egipto, por ejemplo, las pulseras se elaboraban con oro, plata, piedras preciosas y lapislázuli. En este caso, la clase alta lucía estas joyas como símbolo de riqueza y de poder. Por otro lado, las clases bajas se limitaban a materiales más simples, como el cuero o la madera.
Sin embargo, en otras culturas, como en la India, los brazaletes se asociaban con la protección contra los malos espíritus.
Y en Mesopotamia estas joyas eran amuletos para protegerse de maldiciones y enfermedades.
En la antigua Roma y Grecia, las pulseras se asociaban con el estatus social y la victoria militar y las llevaban tanto las mujeres como los hombres. Los romanos también utilizaban estas joyas como amuletos para la buena suerte.
Durante la Edad Media, estas joyas se convirtieron en un símbolo de devoción y de fe y los cristianos las usaban con cruces y otros símbolos religiosos.
En esta época el metal se convirtió en el principal material para la fabricación de joyas, con la elaboración de diseños más elaborados decorados con esmaltes, filigranas o piedras preciosas. Los orfebres de la época del Renacimiento destacaron la exquisitez de la artesanía e introdujeron la sofisticación con la fabricación de pulseras de plata y oro.
La nobleza y la realeza europea lucían suntuosas pulseras con diseños ornamentados y con materiales preciosos como símbolos de riqueza y de poder. A su vez, las pulseras de cuero grabado ganaron en popularidad entre la nobleza.
Mientras tanto, en el Extremo Oriente, los brazaletes de jade se consideraban amuletos que aportaban buena suerte.