Pulseras - Cadenas

Pulseras de cadena 

Las pulseras de cadena en el Antiguo Egipto 

El uso de pulseras se remonta a miles de años atrás. Aunque no todas las primeras pulseras estaban confeccionadas con cadenas, tenían elementos similares, como partes pequeñas unidas para formar una pieza flexible.
Las primeras civilizaciones ya fabricaban adornos, como pulseras o brazaletes, para embellecer el cuerpo. En el Antiguo Egipto, las mujeres y los hombres usaban pulseras, algunas realizadas en cuero trenzado y otras con metales, como el bronce o el oro, y se adornaban con cuentas o piedras de colores. Asimismo, llevaban símbolos, como figuras de animales sagrados, el ojo de Horus o el escarabajo, todos ellos con significados especiales.
Los egipcios apreciaban mucho el simbolismo y lo espiritual, por lo que las pulseras de cadena no se llevaban sólo para ornamentar los cuerpos. Llevar joyas era una forma de honrar a los dioses y de protegerse de los malos espíritus, por lo que se llevaban en vida pero a su vez en la muerte. Por esta razón, muchas personas se enterraban con sus anillos, collares y pulseras de cadena para poder utilizarlos en la otra vida.
Aunque los egipcios empleaban herramientas simples, tenían una gran destreza para trabajar los metales. De esta forma, las primeras pulseras de cadena se elaboraban con pequeños eslabones realizados a mano, que se unían uno a uno. Las cadenas finas empezaron a florecer en forma de pulseras de cadena y de collares. Podían tener un tamaño grueso o más fino, dependiendo de quién las usara.
Aunque las joyas eran iguales en todas las clases sociales, las más elaboradas estaban reservadas para la élite. Los nobles, los faraones, los sacerdotes y los altos funcionarios eran los que lucían pulseras de cadena de piedras preciosas o de oro. Estos diseños eran un signo de riqueza, pero también mostraban un respeto al orden del universo y a los dioses.
Sin embargo, los ciudadanos más pobres llevaban pulseras más simples elaboradas con conchas, cuentas de arcilla o metales menos valiosos, que podían formar parte de regalos especiales o de amuletos.
Los artesanos también mezclaban piedras como el lapislázuli, la turquesa o la cornalina, que tenían colores brillantes, con cuentas en sus creaciones. Estas piedras eran de un gran valor, ya que se pensaba que tenían poderes especiales. De esta forma, el lapislázuli representaba el cielo y se creía que aportaba sabiduría.
Las pulseras de cadena no eran siempre totalmente metálicas. Algunas combinaban lino trenzado, metales con cuero o hilos vegetales, creando piezas muy decorativas, flexibles, cómodas de usar y con un cierto movimiento.

Griegos y romanos, pulseras de cadena sofisticadas 

Durante la antigüedad, las pulseras de cadena tenían un valor que iba mucho más allá de lo puramente estético. Eran accesorios religiosos a la vez que artísticos que manifestaban un cierto estatus social y poder.
Los griegos y los romanos llevaron las pulseras de cadena a un nuevo nivel de sofisticación.
En la Grecia Antigua, las pulseras se usaban tanto por las mujeres como por los hombres y se asociaban a la gracia, la distinción y a la belleza. Los griegos elaboraban diseños con eslabones intrincados, más delicados, que solían combinarse con piedras preciosas.
Para trabajar los metales, los griegos empleaban técnicas avanzadas, creando pulseras de cadena con formas detalladas.
Por otro lado, los romanos eran prácticos pero también les gustaban los adornos. Sus pulseras de cadena solían ser más gruesas. Popularizaron el uso de las pulseras entre los soldados, que muy a menudo las lucían como parte de la indumentaria militar o como insignias de rango o de victoria.
Los romanos también fueron pioneros en el empleo de la plata para la confección de pulseras. De esta forma estos complementos se volvieron accesibles a un público más grande. La aparición de técnicas como el granulado o la filigrana permitió elaborar cadenas cada vez más bellas y complejas, sentando las bases del arte de la orfebrería que se utilizaría durante siglos.

El sentido religioso de las pulseras de cadena en la Edad Media

Con la caída del Imperio Romano y con la llegada de la Edad Media, el uso de las pulseras de cadena disminuyó, siendo más comunes entre la nobleza.
En comparación con la época romana, estas joyas se volvieron menos ostentosas y, en la mayoría de los casos, tenían un sentido religioso o espiritual.
Se fabricaban con metales como la plata o el oro, pero también con cobre o bronce para las personas con menos recursos.
Las pulseras de cadena incluían símbolos religiosos, cruces o incluso relicarios.
Existían cadenas con un diseño simple pero también cadenas más complejas, con incrustaciones con esmaltes o piedras semipreciosas. En los reinos del norte de Europa, como los vikingos, las pulseras de cadena eran muy populares entre los guerreros. Estaban hechas de plata y con diseños entrelazados que reflejaban su rica mitología.
Durante estos siglos, muchas pulseras de cadena eran pulseras de fe que llevaban símbolos cristianos o que estaban confeccionadas con piedras que protegían contra las malas energías o las enfermedades.
Las cadenas finas se usaban en diversos objetos, como en rosarios, pero a su vez en joyas para el cuerpo.

Pulseras de cadena 

Las pulseras de cadena en el Antiguo Egipto 

El uso de pulseras se remonta a miles de años atrás. Aunque no todas las primeras pulseras estaban confeccionadas con cadenas, tenían elementos similares, como partes pequeñas unidas para formar una pieza flexible.
Las primeras civilizaciones ya fabricaban adornos, como pulseras o brazaletes, para embellecer el cuerpo. En el Antiguo Egipto, las mujeres y los hombres usaban pulseras, algunas realizadas en cuero trenzado y otras con metales, como el bronce o el oro, y se adornaban con cuentas o piedras de colores. Asimismo, llevaban símbolos, como figuras de animales sagrados, el ojo de Horus o el escarabajo, todos ellos con significados especiales.
Los egipcios apreciaban mucho el simbolismo y lo espiritual, por lo que las pulseras de cadena no se llevaban sólo para ornamentar los cuerpos. Llevar joyas era una forma de honrar a los dioses y de protegerse de los malos espíritus, por lo que se llevaban en vida pero a su vez en la muerte. Por esta razón, muchas personas se enterraban con sus anillos, collares y pulseras de cadena para poder utilizarlos en la otra vida.
Aunque los egipcios empleaban herramientas simples, tenían una gran destreza para trabajar los metales. De esta forma, las primeras pulseras de cadena se elaboraban con pequeños eslabones realizados a mano, que se unían uno a uno. Las cadenas finas empezaron a florecer en forma de pulseras de cadena y de collares. Podían tener un tamaño grueso o más fino, dependiendo de quién las usara.
Aunque las joyas eran iguales en todas las clases sociales, las más elaboradas estaban reservadas para la élite. Los nobles, los faraones, los sacerdotes y los altos funcionarios eran los que lucían pulseras de cadena de piedras preciosas o de oro. Estos diseños eran un signo de riqueza, pero también mostraban un respeto al orden del universo y a los dioses.
Sin embargo, los ciudadanos más pobres llevaban pulseras más simples elaboradas con conchas, cuentas de arcilla o metales menos valiosos, que podían formar parte de regalos especiales o de amuletos.
Los artesanos también mezclaban piedras como el lapislázuli, la turquesa o la cornalina, que tenían colores brillantes, con cuentas en sus creaciones. Estas piedras eran de un gran valor, ya que se pensaba que tenían poderes especiales. De esta forma, el lapislázuli representaba el cielo y se creía que aportaba sabiduría.
Las pulseras de cadena no eran siempre totalmente metálicas. Algunas combinaban lino trenzado, metales con cuero o hilos vegetales, creando piezas muy decorativas, flexibles, cómodas de usar y con un cierto movimiento.

Griegos y romanos, pulseras de cadena sofisticadas 

Durante la antigüedad, las pulseras de cadena tenían un valor que iba mucho más allá de lo puramente estético. Eran accesorios religiosos a la vez que artísticos que manifestaban un cierto estatus social y poder.
Los griegos y los romanos llevaron las pulseras de cadena a un nuevo nivel de sofisticación.
En la Grecia Antigua, las pulseras se usaban tanto por las mujeres como por los hombres y se asociaban a la gracia, la distinción y a la belleza. Los griegos elaboraban diseños con eslabones intrincados, más delicados, que solían combinarse con piedras preciosas.
Para trabajar los metales, los griegos empleaban técnicas avanzadas, creando pulseras de cadena con formas detalladas.
Por otro lado, los romanos eran prácticos pero también les gustaban los adornos. Sus pulseras de cadena solían ser más gruesas. Popularizaron el uso de las pulseras entre los soldados, que muy a menudo las lucían como parte de la indumentaria militar o como insignias de rango o de victoria.
Los romanos también fueron pioneros en el empleo de la plata para la confección de pulseras. De esta forma estos complementos se volvieron accesibles a un público más grande. La aparición de técnicas como el granulado o la filigrana permitió elaborar cadenas cada vez más bellas y complejas, sentando las bases del arte de la orfebrería que se utilizaría durante siglos.

El sentido religioso de las pulseras de cadena en la Edad Media

Con la caída del Imperio Romano y con la llegada de la Edad Media, el uso de las pulseras de cadena disminuyó, siendo más comunes entre la nobleza.
En comparación con la época romana, estas joyas se volvieron menos ostentosas y, en la mayoría de los casos, tenían un sentido religioso o espiritual.
Se fabricaban con metales como la plata o el oro, pero también con cobre o bronce para las personas con menos recursos.
Las pulseras de cadena incluían símbolos religiosos, cruces o incluso relicarios.
Existían cadenas con un diseño simple pero también cadenas más complejas, con incrustaciones con esmaltes o piedras semipreciosas. En los reinos del norte de Europa, como los vikingos, las pulseras de cadena eran muy populares entre los guerreros. Estaban hechas de plata y con diseños entrelazados que reflejaban su rica mitología.
Durante estos siglos, muchas pulseras de cadena eran pulseras de fe que llevaban símbolos cristianos o que estaban confeccionadas con piedras que protegían contra las malas energías o las enfermedades.
Las cadenas finas se usaban en diversos objetos, como en rosarios, pero a su vez en joyas para el cuerpo.