Pulsera - Solo Metal

Pulseras de metal

Las primeras pulseras metálicas y sus orígenes antiguos

Las pulseras de metal, en su forma más primitiva, son tan antiguas como la misma humanidad. Las civilizaciones más remotas adornaban sus muñecas con objetos que encontraban en la naturaleza, tales como huesos, piedras o conchas.
Pero las primeras pulseras no eran accesorios puramente estéticos. Además se les otorgaba un significado bastante profundo. Se pensaba que estos accesorios tenían poderes mágicos, que atraían la buena suerte y que eran capaces de proteger a quien que los llevara.
Sin embargo, con el descubrimiento de los metales y con la llegada de la metalurgia, las pulseras adquirieron una nueva dimensión, tanto a nivel simbólico como de sofisticación.
La plata, el oro y el cobre fueron los primeros metales en usarse para la creación de pulseras de metal. Estos metales, difíciles de trabajar y escasos, se consideraban los metales valiosos, no sólo por su belleza sino también por su gran durabilidad.
En las civilizaciones antiguas, como en el Antiguo Egipto, las pulseras eran objetos de gran valor. Los faraones y la nobleza lucían pulseras de metal como un símbolo de poder y de estatus social.
Se han encontrado pulseras de metal en tumbas faraónicas, fabricadas con metales y piedras preciosas. Se decía que estas pulseras protegían de las malas energías y espíritus, de enfermedades y de los posibles peligros.
Estas piezas estaban asociadas con los dioses y con los poderes sobrenaturales y aseguraban un buen viaje hacia el más allá.
En el Antiguo Egipto las pulseras eran comunes entre mujeres y hombres de todas las clases sociales. Parece ser que tenían el poder de asegurar una buena salud y de alinear los chakras.

La Edad Media, fe, protección y simbolismo

Durante la Edad Media, las pulseras de metal siguieron con su popularidad, pero alcanzando un significado más profundo y convirtiéndose en símbolos religiosos, en amuletos de protección y marcadores de estatus social.
Se trataba de diseños de pulseras más complejos, que incorporaban motivos religiosos (imágenes de santos, cruces o símbolos del zodiaco), criaturas míticas, elementos de la naturaleza o piedras preciosas. Por aquella época, se tenía la certeza que estas pulseras tenían poderes curativos y que protegían a los que las llevaban contra las enfermedades y el mal.
Los monjes y monjas de la Edad Media lucían pulseras a modo de recordatorio de sus votos religiosos. Los caballeros medievales llevaban pulseras de metal o de cuero con su escudo de armas como símbolos de su lealtad y fe a su señor o como emblemas religiosos.
Aparte de su significado propiamente religioso, las pulseras de metal eran símbolos de estatus social. Las mujeres de la nobleza y de la realeza se adornaban las muñecas con pulseras con piedras y metales preciosos, mientras que las mujeres del pueblo se limitaban a pulseras con diseños más simples realizados en hierro o latón.
En el caso de los hombres, las pulseras eran muy a menudo un distintivo de la orden o gremio al que pertenecían o también parte de su armadura.
Además de los metales, estas pulseras se fabricaban con materiales como el cuero, los textiles o el vidrio.

La evolución de las pulseras de metal 

Con el transcurso de los siglos, las técnicas utilizadas para trabajar el metal fueron evolucionando, permitiendo la realización de diseños más sofisticados y complejos.
Durante la época del Renacimiento, los artesanos europeos confeccionaban pulseras de metal intrincadas, generalmente adornadas con esmaltes o con piedras preciosas.
En la etapa victoriana, las pulseras fabricadas con metal se convirtieron en objetos sentimentales, con grabados y dijes que recordaban momentos inolvidables o a seres queridos.
En la actualidad, las pulseras de metal forman parte del mundo de la moda y son una elección muy común entre mujeres y hombres.
Diseñadores famosos crean colecciones completas de piezas que incorporan este tipo de complementos.
El atractivo de las pulseras de metal se basa en la variedad de diseños y de acabados disponibles, en su durabilidad y en su capacidad para combinarse con estilos muy diferentes.
Las pulseras pueden tener un diseño minimalista y discreto o ser llamativas y grandes, para conseguir un estilo más audaz.
Ya sea un brazalete moderno de acero inoxidable, una pulsera elegante de plata con eslabones finos o una pulsera de cuero fuerte con detalles metálicos.
Asimismo está de moda el «mix and match», que consiste en combinar varias pulseras de estilos, tamaños y colores diferentes.
Cada pieza refleja la personalidad de quien la lleva sin establecer reglas estrictas. Se trata de disfrutar con tu estilo y de expresar tu personalidad.
Otra opción es comprar pulseras de metal para hacer regalos especiales. Una pulsera puede representar amor, amistad o un momento importante que hayas vivido. Como las pulseras con dijes, que son muy populares porque cada dije representa un deseo o un recuerdo.  

El cuidado de tus pulseras de metal 

Si quieres que tus pulseras de metal se mantengan a lo largo del tiempo y que conserven su durabilidad y belleza, es importante cuidarlas adecuadamente.
La manera de guardar y de limpiar una pulsera de este tipo dependerá de los adornos que tenga y del tipo de metal con el que esté hecha.
Es muy importante limpiar tu pulsera de metal después de usarla. Para ello usa un paño suave y húmedo con un poco de jabón neutro. De esta forma conseguirás eliminar restos de polvo o de sudor que con el tiempo pueden deteriorar la pieza. Después de limpiarla, es aconsejable secar bien la pulsera para evitar que se formen manchas de agua.
Guarda tus pulseras de metal separadas de otras piezas en un joyero o en bolsas de tela suave para evitar rayones y en un lugar seco. Te recomendamos que conserves las pulseras más delicadas de forma plana para que no se deformen.
Evita mojar tus pulseras y quitártelas cuando vayas a ponerte perfumes o cremas y a usar productos limpiadores o químicos agresivos. Estos productos pueden dañar el metal, debilitarlo o alterar su brillo.
También es aconsejable que te saques tu pulsera de metal cuando te bañes en piscinas con cloro.
Si llevas pulseras de cadena, de vez en cuando revisa que los eslabones y los cierres estén fuertes para evitar que se rompan y que las pierdas.
Con unos cuidados periódicos y un poco de atención, tus pulseras de metal te pueden acompañar a lo largo de mucho tiempo y lucir como si fueran nuevas.

Pulseras de metal

Las primeras pulseras metálicas y sus orígenes antiguos

Las pulseras de metal, en su forma más primitiva, son tan antiguas como la misma humanidad. Las civilizaciones más remotas adornaban sus muñecas con objetos que encontraban en la naturaleza, tales como huesos, piedras o conchas.
Pero las primeras pulseras no eran accesorios puramente estéticos. Además se les otorgaba un significado bastante profundo. Se pensaba que estos accesorios tenían poderes mágicos, que atraían la buena suerte y que eran capaces de proteger a quien que los llevara.
Sin embargo, con el descubrimiento de los metales y con la llegada de la metalurgia, las pulseras adquirieron una nueva dimensión, tanto a nivel simbólico como de sofisticación.
La plata, el oro y el cobre fueron los primeros metales en usarse para la creación de pulseras de metal. Estos metales, difíciles de trabajar y escasos, se consideraban los metales valiosos, no sólo por su belleza sino también por su gran durabilidad.
En las civilizaciones antiguas, como en el Antiguo Egipto, las pulseras eran objetos de gran valor. Los faraones y la nobleza lucían pulseras de metal como un símbolo de poder y de estatus social.
Se han encontrado pulseras de metal en tumbas faraónicas, fabricadas con metales y piedras preciosas. Se decía que estas pulseras protegían de las malas energías y espíritus, de enfermedades y de los posibles peligros.
Estas piezas estaban asociadas con los dioses y con los poderes sobrenaturales y aseguraban un buen viaje hacia el más allá.
En el Antiguo Egipto las pulseras eran comunes entre mujeres y hombres de todas las clases sociales. Parece ser que tenían el poder de asegurar una buena salud y de alinear los chakras.

La Edad Media, fe, protección y simbolismo

Durante la Edad Media, las pulseras de metal siguieron con su popularidad, pero alcanzando un significado más profundo y convirtiéndose en símbolos religiosos, en amuletos de protección y marcadores de estatus social.
Se trataba de diseños de pulseras más complejos, que incorporaban motivos religiosos (imágenes de santos, cruces o símbolos del zodiaco), criaturas míticas, elementos de la naturaleza o piedras preciosas. Por aquella época, se tenía la certeza que estas pulseras tenían poderes curativos y que protegían a los que las llevaban contra las enfermedades y el mal.
Los monjes y monjas de la Edad Media lucían pulseras a modo de recordatorio de sus votos religiosos. Los caballeros medievales llevaban pulseras de metal o de cuero con su escudo de armas como símbolos de su lealtad y fe a su señor o como emblemas religiosos.
Aparte de su significado propiamente religioso, las pulseras de metal eran símbolos de estatus social. Las mujeres de la nobleza y de la realeza se adornaban las muñecas con pulseras con piedras y metales preciosos, mientras que las mujeres del pueblo se limitaban a pulseras con diseños más simples realizados en hierro o latón.
En el caso de los hombres, las pulseras eran muy a menudo un distintivo de la orden o gremio al que pertenecían o también parte de su armadura.
Además de los metales, estas pulseras se fabricaban con materiales como el cuero, los textiles o el vidrio.

La evolución de las pulseras de metal 

Con el transcurso de los siglos, las técnicas utilizadas para trabajar el metal fueron evolucionando, permitiendo la realización de diseños más sofisticados y complejos.
Durante la época del Renacimiento, los artesanos europeos confeccionaban pulseras de metal intrincadas, generalmente adornadas con esmaltes o con piedras preciosas.
En la etapa victoriana, las pulseras fabricadas con metal se convirtieron en objetos sentimentales, con grabados y dijes que recordaban momentos inolvidables o a seres queridos.
En la actualidad, las pulseras de metal forman parte del mundo de la moda y son una elección muy común entre mujeres y hombres.
Diseñadores famosos crean colecciones completas de piezas que incorporan este tipo de complementos.
El atractivo de las pulseras de metal se basa en la variedad de diseños y de acabados disponibles, en su durabilidad y en su capacidad para combinarse con estilos muy diferentes.
Las pulseras pueden tener un diseño minimalista y discreto o ser llamativas y grandes, para conseguir un estilo más audaz.
Ya sea un brazalete moderno de acero inoxidable, una pulsera elegante de plata con eslabones finos o una pulsera de cuero fuerte con detalles metálicos.
Asimismo está de moda el «mix and match», que consiste en combinar varias pulseras de estilos, tamaños y colores diferentes.
Cada pieza refleja la personalidad de quien la lleva sin establecer reglas estrictas. Se trata de disfrutar con tu estilo y de expresar tu personalidad.
Otra opción es comprar pulseras de metal para hacer regalos especiales. Una pulsera puede representar amor, amistad o un momento importante que hayas vivido. Como las pulseras con dijes, que son muy populares porque cada dije representa un deseo o un recuerdo.  

El cuidado de tus pulseras de metal 

Si quieres que tus pulseras de metal se mantengan a lo largo del tiempo y que conserven su durabilidad y belleza, es importante cuidarlas adecuadamente.
La manera de guardar y de limpiar una pulsera de este tipo dependerá de los adornos que tenga y del tipo de metal con el que esté hecha.
Es muy importante limpiar tu pulsera de metal después de usarla. Para ello usa un paño suave y húmedo con un poco de jabón neutro. De esta forma conseguirás eliminar restos de polvo o de sudor que con el tiempo pueden deteriorar la pieza. Después de limpiarla, es aconsejable secar bien la pulsera para evitar que se formen manchas de agua.
Guarda tus pulseras de metal separadas de otras piezas en un joyero o en bolsas de tela suave para evitar rayones y en un lugar seco. Te recomendamos que conserves las pulseras más delicadas de forma plana para que no se deformen.
Evita mojar tus pulseras y quitártelas cuando vayas a ponerte perfumes o cremas y a usar productos limpiadores o químicos agresivos. Estos productos pueden dañar el metal, debilitarlo o alterar su brillo.
También es aconsejable que te saques tu pulsera de metal cuando te bañes en piscinas con cloro.
Si llevas pulseras de cadena, de vez en cuando revisa que los eslabones y los cierres estén fuertes para evitar que se rompan y que las pierdas.
Con unos cuidados periódicos y un poco de atención, tus pulseras de metal te pueden acompañar a lo largo de mucho tiempo y lucir como si fueran nuevas.