Pendientes - Solo Metal

Pendientes de metal

Los orígenes ancestrales de los primeros pendientes de metal

La historia de los pendientes de metal se remonta a tiempos inmemoriales, estando presentes en diversas culturas alrededor del mundo. Estos ornamentos tan singulares siempre han tenido un gran protagonismo como parte de nuestro rostro.
Los primeros vestigios de pendientes son de hace más de 5.000 años, en excavaciones arqueológicas de la Edad de Bronce, práctica que se extendió por gran parte del mundo antiguo.
En las antiguas civilizaciones, como la egipcia, la sumeria o la mesopotámica, se han encontrado representaciones de mujeres y hombres llevando pendientes fabricados con materiales como la plata, el oro y el cobre. Estos metales tenían un gran valor, no sólo por su belleza, sino también por su durabilidad y por las creencias con las que se asociaban. En diversas culturas, la plata tenía propiedades curativas y el oro se consideraba un metal divino.
En sus inicios los pendientes eran aros de metal, a menudo adornados con pequeñas figuras o con piedras semipreciosas.
Estas joyas no eran simples adornos sino que hablaban del estatus social de las personas que los lucían, además de ser símbolos de poder. De hecho, en algunas civilizaciones, el uso de pendientes estaba reservado a determinadas castas y a las clases altas.
Asimismo, los pendientes de metal tenían connotaciones religiosas y hasta mágicas. En primer lugar, se pensaba que protegían de malos espíritus y la protección contra el mal de ojo. Y por otro lado, estas joyas estaban asociadas a la belleza y a la fertilidad. De hecho, por esos tiempos se decía que los lóbulos de las orejas eran puntos de conexión con el mundo espiritual.

Pendientes de metal

Los orígenes ancestrales de los primeros pendientes de metal

La historia de los pendientes de metal se remonta a tiempos inmemoriales, estando presentes en diversas culturas alrededor del mundo. Estos ornamentos tan singulares siempre han tenido un gran protagonismo como parte de nuestro rostro.
Los primeros vestigios de pendientes son de hace más de 5.000 años, en excavaciones arqueológicas de la Edad de Bronce, práctica que se extendió por gran parte del mundo antiguo.
En las antiguas civilizaciones, como la egipcia, la sumeria o la mesopotámica, se han encontrado representaciones de mujeres y hombres llevando pendientes fabricados con materiales como la plata, el oro y el cobre. Estos metales tenían un gran valor, no sólo por su belleza, sino también por su durabilidad y por las creencias con las que se asociaban. En diversas culturas, la plata tenía propiedades curativas y el oro se consideraba un metal divino.
En sus inicios los pendientes eran aros de metal, a menudo adornados con pequeñas figuras o con piedras semipreciosas.
Estas joyas no eran simples adornos sino que hablaban del estatus social de las personas que los lucían, además de ser símbolos de poder. De hecho, en algunas civilizaciones, el uso de pendientes estaba reservado a determinadas castas y a las clases altas.
Asimismo, los pendientes de metal tenían connotaciones religiosas y hasta mágicas. En primer lugar, se pensaba que protegían de malos espíritus y la protección contra el mal de ojo. Y por otro lado, estas joyas estaban asociadas a la belleza y a la fertilidad. De hecho, por esos tiempos se decía que los lóbulos de las orejas eran puntos de conexión con el mundo espiritual.